domingo, 27 de junio de 2010

Francesco Bracci: otro emergente ingenioso

San José, marzo 2009


Durante los últimos años las artes visuales costarricenses han sido conmovidas por el influjo de las propuestas realizadas por algunos jóvenes que en la jerga gremial local, han sido etiquetados bajo la noción de “emergentes”.

Además de referir a su juventud profesional y a su vinculación con el programa de promoción de las artes emergentes desarrollado por el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, la historia inmediata nos ha mostrado también, que la noción de “emergentes” alude a un modo particular de asumir el ejercicio artístico, relacionado fundamentalmente con las licencias que surgen cuando se trabaja en un estadio incipiente, desprovisto de los recursos y de las fórmulas comunes que a modo de rasgos identitarios sobrevienen con la madurez profesional. De ahí la agitación que en algunas ocasiones ha podido generar el trabajo de estos artistas, en donde algunos encuentran “aciertos ocurrentes” antes que obras artísticas, mientras que otros reconocen en ellos la emergencia de una manera de enfrentar el hecho artístico que se distancia de muchos de los paradigmas anclados en el meta-relato del Arte.

Francesco Bracci es uno de estos noveles artistas. Desde aproximadamente hace cuatro años las salas de exposición y los espacios públicos josefinos han sido escenarios de algunos de sus trabajos, todos ellos con soportes y lenguajes disímiles, y plenos de una frescura ingeniosa carente de pretensiones artísticas grandilocuentes.

Entre sus trabajos, Marea plástica es probablemente el que ha ganado un sitio en la memoria colectiva. Esta intervención que rediseñó el paisaje del Parque Metropolitano La Sabana de San José con una especie de gran mancha ondulante extendida en una superficie de poco más de 500 mts, fue realizada en el marco del Festival Internacional de las Artes 2008.

La alteración del entorno fue contundente. El pequeño pulmón verde inserto en el área metropolitana para el esparcimiento ciudadano, fue modificado estética y funcionalmente por una gran red plástica que problematizaba con refinamiento estético, la amenaza que sufre el medio ambiente y el impacto social, económico y cultural que esto genera.

Ciertamente esta no fue la primera ocasión en la que Bracci manifestó su interés por estas problemáticas. En sus trabajos anteriores se advierte una investigación variopinta que se vertebra en tres vías de exploración que discurren paralelamente, y que parecen confluir asertivamente en Marea plástica.

La primera de estas líneas de investigación pendula en la utilización del paisaje natural como recurso estético y como termómetro de los problemas de planificación y de control en materia ambiental. Un planteamiento temprano en este sentido fue la serie fotográfica Naturaleza viva (2005), adquiriendo soluciones más atinadas posteriormente en la intervención Balance y contraste (2006) -que también tuvo por sede el Parque Metropolitano La Sabana-, y en la serie fotográfica Entreramas (2007).

Simultáneamente, Bracci ha investigado sistemáticamente las posibilidades físicas y estéticas de distintos materiales, enfatizando aquellos en condición de desecho. Esto se advierte en el empleo de chatarras de la serie Piel urbana (2006), en la explotación del efecto visual y espacial del plástico en la intervención Balance y contraste, y está presente también en otras facetas de su trabajo que se extienden desde el diseño de mobiliario, hasta el diseño de su propia casa , cuyas paredes, pisos y techos han sido construidos con madera plástica, madera reciclada comprimida y láminas de tetrabrik.

Finalmente, la interacción de las obras con las personas ha sido una inquietud que ha modo de germen ha ido adquiriendo soluciones cada vez mejor logradas a través de la explotación del espacio. Esto se observa en las intervenciones Balance y contraste, en Lector mental (2006) -realizada en el Boulevard de San José- y en Marea plástica (2008).

Teniendo en mente esta sucesión de trabajos, Marea plástica se nos presenta como parte de un proceso de investigación amplio y sostenido. La obra articula con gran efectividad las vías de exploración transitadas por Bracci hasta entonces, y amplía sus márgenes a una dimensión que permanecía latente en el carácter participativo de algunos de sus trabajos anteriores y que es indisociable de las problemáticas socioambientales, esto es, la dimensión procesual de la obra y la participación ciudadana que es susceptible de articular.

Siete meses previos a la instalación de Marea Plástica, Bracci impulsó una campaña nacional de recolección de hi-cone –el plástico utilizado en los six-packs de las latas de bebidas-, originando una especie de oleaje de núcleos de recolección y de talleres de ensamblaje en distintas provincias del país. La gran red conformada por alrededor de quince mil plásticos que se instaló en La Sabana, fue así la resultante de otra gran red de apoyo que involucró a niños, jóvenes y adultos en brotes organizados para recolectar y ensamblar la materia prima de esta obra. Las propiedades de articulación y repartición de fuerzas inherentes a toda red, se tornaron así en metáforas de los alcances de una adecuada organización social y de una práctica responsable de administración de recursos, pues una vez desinstalada la obra, se procesó el hi-cone para usarse en la industria de la construcción de madera plástica.

Así, la efectividad de Marea Plástica trascendió su impacto como una obra site specific, redimensionando la práctica artística como un espacio susceptible de detonar procesos de articulación ciudadana responsables desde el punto de vista ambiental, social, económico y cultural.

Rehusando la usanza de quienes justifican su trabajo bajo algún tipo de abanderamiento artístico, este “emergente ingenioso”, a través de una práctica de investigación sostenida y genuina nos ha recordado en su corta trayectoria y sin proponérselo, que los alcances del hecho artístico se sitúan generalmente más allá de los “ritos de paso” y los “protocolos” del gremio artístico.

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